Capítulo 9: La trampa económica comunista (Parte 1)

Tabla de contenidos

Introducción

1. Países desarrollados de Occidente: comunismo con otro nombre
a. Altos impuestos y generosa asistencia social
b. Intervencionismo económico agresivo en países occidentales
c. La economía socialista lleva al totalitarismo comunista

2. El socialismo distópico del Partido Comunista Chino
a. La economía china: el control comunista no cede
b. La verdad detrás del crecimiento económico de China
c. Consecuencias del modelo económico chino

3. Los estragos del socialismo en el mundo en desarrollo
a. El socialismo continúa acechando a Europa del Este
b. La economía socialista ha fallado en naciones en desarrollo

Referencias

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Introducción

Hace un siglo, Karl Marx publicó Das Kapital, abogando por la abolición de la propiedad privada y su reemplazo por la propiedad pública. Medio siglo después, la propiedad pública comunista había sido implementada en un tercio de las naciones del mundo.

Después de la desintegración del bloque soviético luego de 1990, muchos países de Europa del Este pasaron por una “terapia de choque” para regresar a sus economías de mercado. Otros países en los que no regía el Partido Comunista, pero que de todos modos acogieron la nacionalización socialista y soportaron la miseria y la pobreza de la propiedad pública, finalmente no tuvieron más opción que aplicar reformas de mercado.

Para lograr la dominación mundial, el espectro del comunismo lanzó ofensivas en todo el mundo. Al observar esos países que abandonaron al comunismo o al modelo económico socialista, uno podría pensar que el espectro fracasó en sus planes. Pero la realidad no es tan simple. El espectro comunista no sigue una serie de principios fijos. En cambio, sus métodos y formas cambian constantemente para adaptarse a la situación. Puede abandonar o criticar sus acciones previas en pos de un objetivo mayor, y eso es especialmente así en la esfera económica.

Al analizar detalladamente nuestro presente sistema económico y la realidad detrás del mismo, es imposible no descubrir cómo el espectro comunista ha esparcido sus tentáculos a todos los rincones. A medida que abundan las estrategias fantasiosas y la adoración ciega del gobierno, la economía de prácticamente todos los países del mundo se está alejando de los principios del libre mercado. Las naciones están perdiendo sus bases morales y gravitan hacia el comunismo. Es hora de que despertemos a esta realidad y tomemos medidas contra ello.

1. Países desarrollados de Occidente: comunismo con otro nombre

En El Manifiesto Comunista (originalmente Manifiesto del Partido Comunista), Marx escribió que la teoría comunista puede resumirse en una sola frase: abolir el sistema de la propiedad privada. Para las personas, esto implica la “abolición de la individualidad burguesa, la independencia burguesa y la libertad burguesa”. Para la sociedad, significa que “el proletariado utilizará su supremacía política para arrebatar, por grados, todo el capital de los burgueses, para centralizar todos los instrumentos de producción a manos del Estado, es decir, del proletariado organizado como la clase gobernante”. [1]

Para alcanzar este objetivo, los comunistas han utilizado la violencia y el asesinato en masa en los países comunistas. Pero a medida que el comunismo violento perdió su encanto, este concibió formas no violentas. Estas variantes del socialismo se infiltraron en toda la sociedad al punto de que son difíciles de identificar.

Los países occidentales están usando muchas políticas económicas que no parecen tener relación con el socialismo en nombre o forma, y sin embargo, juegan un papel de restringir, debilitar o privar el derecho de las personas a la propiedad privada. Otras debilitan los mecanismos de la libre empresa, expanden el poder del gobierno e impulsan a la sociedad hacia el camino del socialismo. Los métodos incluyen impuestos altos, generosas prestaciones sociales y un agresivo intervencionismo del Estado.

a. Altos impuestos y generosa asistencia social

Una característica importante de la economía comunista o socialista de los países occidentales es la robusta asistencia social. Las actuales políticas de asistencia social hacen que la gente que proviene de países comunistas sienta que simplemente se mudaron a otro Estado socialista.

Socialismo encubierto

El gobierno en sí mismo no genera valor. Más bien, es como esquilar lana de una oveja. Es el pueblo en realidad el que paga toda la asistencia social, ya sea mediante impuestos o mediante una deuda nacional. Un alto grado de asistencia social es en sí mismo una forma de comunismo, solo que sin la revolución violenta que practican los partidos comunistas.

Los impuestos altos son una nacionalización forzada de los activos privados para redistribuirlos a gran escala. Al mismo tiempo, es un camino oculto hacia la desaparición gradual del sistema de propiedad privada.

El resultado final de los impuestos altos es el mismo que el de la propiedad pública y el igualitarismo impuesto por los regímenes comunistas; la única diferencia es si la nacionalización se realiza antes o después de la producción. En las economías planeadas comunistas, los materiales de producción están directamente controlados por el Estado. En Occidente, la producción se controla de forma privada, pero los ingresos se convierten en activos estatales mediante impuestos y esquemas de redistribución. De cualquier modo, equivale a robar y a saquear la riqueza ajena. En países occidentales, en lugar de utilizar las matanzas y la violencia, lo anterior se logró legalmente mediante la democracia y la legislación.

Cierta ayuda del gobierno es razonable, como la seguridad social para las víctimas de desastres o accidentes. Pero los aspectos positivos de la asistencia social la convierten en un conveniente instrumento para el engaño y se convierte en la excusa necesaria para aumentar los impuestos. En este aspecto, la asistencia social generosa ya ha tenido las mismas consecuencias destructivas que la economía comunista para la gente, la sociedad y los valores morales. La naturaleza de la economía comunista hace que esta saque el lado oscuro de la naturaleza humana. Esta es la causa raíz por la que el diablo está empujando los valores económicos comunistas en todo el mundo, sea en sociedades libres o en aquellas controladas directamente por regímenes comunistas.

Impuestos altos

La asistencia social en países desarrollados de Occidente consume una gran porción de los ingresos fiscales, los cuales provienen de los impuestos transferidos desde el patrimonio privado. No hay otra forma de mantener este nivel de generosidad del gobierno.

En Estados Unidos, más de la mitad de los ingresos públicos se gastan en seguro social y cobertura médica. Más del 80% de este dinero proviene de impuestos a la renta personal e impuestos de seguridad social; el 11% proviene de impuestos corporativos [2]. Muchos países occidentales lo hacen a un grado aún mayor que Estados Unidos, dado que sus sistemas de asistencia social son más extensos.

Según datos de 2016 de treinta y cinco economías de mercado publicados por la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), veintisiete países tenían una tasa de impuesto a la renta superior al 30%. Los dos países con los impuestos a la renta más altos, con 54% y 49,4%, están en Europa. Además de esto, comer o comprar algún artículo en muchas partes de Europa viene con un impuesto al valor agregado que en algunos lugares llega al 20% [3]. Los impuestos corporativos y otros también suman a los impuestos.

Otros datos muestran que en 1900, solo siete de los quince países de ese año aplicaban un impuesto a la renta, con Italia a la cabeza con una tasa del 10%. Australia, Japón y Nueva Zelanda tenían impuestos a la renta de alrededor de un 5%. Pero para 1950, la tasa de impuesto máximo promedio en veinte países era de más del 60%; actualmente ha caído a alrededor de 40% [4].

Los impuestos altos no son solo una carga para los que tienen más dinero, sino que los pobres también lo sufren de varias maneras. Mientras los ricos suelen tener varias formas legales de protegerse de los impuestos, la asistencia social que se le brinda a los pobres desaparece cuando su ingreso supera cierto umbral. En resumen, la gente es penalizada por trabajar más.

Elevada asistencia social

En 1942, el economista británico William Beveridge impulsó el Estado de asistencia social, un plan “totalmente abarcador respecto a personas y necesidades”. En la sociedad moderna, el sistema de asistencia social se ha expandido hasta cubrir el desempleo, la cobertura médica, las pensiones, los accidentes de trabajo, la vivienda, la educación, el cuidado de los niños, etc., mucho más que el concepto tradicional de caridad para quienes necesitan ayuda inmediata.

Un informe de Heritage Foundation mostró que en 2013, más de cien millones de personas en Estados Unidos, o prácticamente un tercio de la población, recibía asistencia social (excluyendo la Seguridad Social y la cobertura de salud) a un promedio de USD 9000 por persona [5]. De acuerdo con estadísticas recopiladas por el Buró de Censos de EE. UU., en 2016 alrededor del 12,7% de la población estaba viviendo por debajo de la línea de la pobreza, aunque sus condiciones de vida podrían sorprender a unos cuantos.

Según encuestas del gobierno, el 96% de los padres de hogares pobres dijo que sus hijos nunca habían pasado hambre. Casi el 50% de los hogares pobres vivía en casas no adosadas, y un 40% vivía en casas adosadas. Solo el 9% vivía en casas rodantes. El 80% tenía aire acondicionado y dos quintos tenían televisores LCD. Tres cuartos de los hogares pobres tenían un automóvil [6]. La categorización deliberada de una gran cantidad de personas en el sector demográfico de “pobreza” resulta en una gran excusa para la expansión de la asistencia social.

La asistencia social que ofrece el gobierno de EE. UU. está por debajo del promedio en comparación con los miembros de OCDE. La mayoría de las personas que viven en países nórdicos y otras naciones de Europa occidental reciben mucha más asistencia social que los estadounidenses. En Dinamarca, por ejemplo, aun los ciudadanos ricos reciben una red de seguridad social de la cuna a la tumba que incluye asistencia médica y educación universitaria gratuitas, entre otros generosos beneficios.

Antes del colapso económico de su país, los griegos disfrutaban de un salario anual de catorce meses, jubilación a los 61 años de edad y una pensión equivalente a más del 90% de su salario. Los suecos tienen 550 días de licencia médica continua y otros beneficios.

La expansión de la asistencia social desde su rol tradicional de caridad de emergencia a constantes beneficios para toda la población es, de hecho, parte del plan del espectro para imponer una economía comunista.

Asistencia social: Esparce la corrupción e intensifica las contradicciones entre ricos y pobres

Desde un punto de vista económico, la esencia de la asistencia social es tomar el dinero de ciertas personas y transferir su valor a otras. Sin embargo, el gobierno es el responsable de distribuir la riqueza, restando así importancia a la sabiduría de que uno debe trabajar para poder tener dinero. La pérdida de este principio moral es particularmente evidente en el norte de Europa.

El analista sueco Nima Sanandaji demostró este punto utilizando datos de la Encuesta Mundial de Valores. A comienzos de los 80, el 82% de los suecos y el 80% de los noruegos estaban de acuerdo con que “está mal recibir asistencia del gobierno que no te mereces”. Para cuando se hizo la encuesta en Noruega y Suecia en 2005 y 2008 respectivamente, solo el 56% de los noruegos y el 61% de los suecos estaban de acuerdo con tal declaración. [7]

Bajo un sistema de asistencia social generoso, quienes trabajan duro reciben menos ganancias, y quienes trabajan menos son recompensados con asistencia social. Con el tiempo, esto distorsiona sutilmente las tradiciones morales, a medida que quienes crecen con la asistencia del gobierno pierden la laboriosidad, independencia, responsabilidad y diligencia de sus progenitores. Toman al sistema por sentado e incluso consideran que la asistencia social es un derecho humano. Han formado el hábito de depender del gobierno y aun tenerlo atrapado para que los ayude continuamente. Los valores sociales han cambiado de manera casi irreversible. Al igual que las ranas que se van hirviendo lentamente en el agua caliente, el uso de grandes cantidades de asistencia social por parte del comunismo erosiona la sabiduría moral.

Una gran asistencia social también exprime el rol de la caridad tradicional, y priva tanto a los donantes de la oportunidad de hacer algo bueno como a los beneficiarios de la oportunidad de sentirse agradecidos.

En la sociedad tradicional, la caridad se hacía por voluntad propia, ya sea ayudando directamente a los menos afortunados o donando a organizaciones de caridad como las iglesias. Había donantes y beneficiarios definidos, y poder recibir la asistencia era un privilegio, no un derecho. Quienes la recibían sentían gratitud por la bondad de los donantes y se sentían motivados a usar la caridad para complementar sus propios esfuerzos para mejorar su situación. Quienes recibían la caridad y lograban cambiar sus vidas probablemente regresarían el favor cuando vieran a otros pasando por los mismos desafíos que ellos habían pasado.

El pensador francés Alexis de Tocqueville notó que la caridad combina las virtudes de generosidad y de gratitud, las cuales interactúan mutuamente para mejorar la sociedad y ejercer una influencia moral positiva. Al mismo tiempo, la relación entre los que daban y los que recibían cumplía la función de aliviar los conflictos y los antagonismos entre ricos y pobres, ya que el comportamiento caritativo por parte de individuos conectaba a miembros de diferentes clases económicas. [8]

El desmesurado sistema moderno de asistencia social enajena a donantes y beneficiarios al burocratizar el proceso de caridad. Los “donantes” de hoy en día son contribuyentes que son forzados a desprenderse de su patrimonio, en vez de compartirlo voluntariamente. Al mismo tiempo, los beneficiarios de la asistencia social no tienen conexión con sus benefactores y no sienten gratitud por su sacrificio.

Tocqueville creía que la asistencia social exacerba los conflictos entre ricos y pobres. Al tener parte de su patrimonio confiscado a la fuerza, los que tienen dinero se vuelven resentidos hacia la clase de beneficiarios de la asistencia social. Tocqueville dijo que los pobres también seguirán sintiendo descontento ya que no valoran su alivio económico: “Una clase sigue viendo al mundo con temor y aversión mientras que la otra considera su infortunio con desesperanza y envidia”. [9]

La asistencia social desmesurada se convierte en un punto de envidia y de conflicto político que el comunismo utiliza para destruir la moral de la gente y la armonía social. Esto se pudo observar en la crisis económica griega: en vez de un conflicto entre ricos y pobres, la lucha fue entre la clase media y la clase alta. Entre esta última, la evasión impositiva se había convertido en un “deporte nacional”, según funcionarios griegos citados por The Economist [10]. Al mismo tiempo, a fin de que sus votantes no se enojaran, el Gobierno griego dependía de tomar préstamos para compensar la disminución del ingreso fiscal y mantener el mismo nivel de asistencia social que otros países europeos.

Como consecuencia de la crisis económica, el Gobierno griego intentó recortar la asistencia social, pero inmediatamente se topó con una acérrima resistencia de la población en general. La gente puso sus miradas sobre los ricos y exigió que se les impusieran impuestos aún más altos, creando un dolor de cabeza para el Gobierno, que todavía tiene que resolver.

El sistema de asistencia social erosiona la ética de trabajo tradicional y hace que la gente sienta que tiene derecho a lo que no se ha ganado. Como el trabajo duro es castigado, toda la economía sufre.

En 2010, un estudio práctico de Martin Halla, Mario Lackner y Friedrich G. Schneider produjo datos que muestran que a largo plazo la asistencia social desincentiva el trabajo duro. Y tal resultado no podrá percibirse hasta un largo tiempo después. Los tres economistas concluyeron que la dinámica del Estado de asistencia social es perjudicial para la salud de la base económica de una nación. [11]

La cultura de pobreza

En 2012, The New York Times publicó un artículo titulado “Beneficiándose del analfabetismo de un niño”, en el que describe el impacto de la política de asistencia social en familias de bajos ingresos que viven en la zona de los Montes Apalaches en el Este de Estados Unidos.

El artículo describe cómo muchas familias pobres dejan de enviar a sus hijos a la escuela a fin de calificar para la ayuda: “Mamás y papás temen que si sus hijos aprenden a leer, tendrán menos posibilidades de calificar para un cheque mensual por tener una discapacidad intelectual”. [12]

“Muchas personas [que viven] aquí en casas rodantes en las laderas son pobres y están desesperados, y un cheque mensual de USD 698 por hijo del programa de Ingreso de Seguridad Suplementario es un gran aporte –y esos cheques continúan hasta que el niño cumple 18 años”.

Este programa de ayuda comenzó hace unos 40 años con el objetivo de ayudar a las familias que tienen hijos con discapacidades físicas o mentales. Al momento en que The New York Times informó sobre el tema, más del 55% de los niños cualificados para el programa estaban categorizados como personas con discapacidades mentales, pero no tenían ninguna condición definida. En todo Estados Unidos, ahora hay un total de unos 1,2 millones de niños “con discapacidad mental” para los cuales los contribuyentes proveen USD 9000 millones por año. [13]

Aquí, la asistencia social y las imperfecciones de la naturaleza humana se retroalimentan en un círculo vicioso. A pesar de las buenas intenciones de quienes promueven y formulan la política de asistencia social, esta indirectamente ayudó al espectro comunista en su objetivo de hundir y destruir a la humanidad.

Hace más de un siglo, Tocqueville hizo la observación de que los programas de asistencia social no discriminan entre personas, solo entre umbrales de pobreza. Esto hace difícil que la ayuda se reparta de manera eficiente, ya que es imposible saber si las personas cualificadas están realmente sufriendo de circunstancias que escapan a su control o si su infortunio fue provocado por sí mismos. [14]

El abuso de la asistencia social no solo ata de manos a las finanzas públicas, sino que también afecta el futuro de los niños que crecen en dicho sistema. Una investigación realizada en 2009 descubrió que dos tercios de las personas que recibieron asistencia social siendo niños continuaron recibiéndola al llegar a adultos, y posiblemente se mantengan recibiéndola por el resto de sus vidas. [15]

Como parte de una estrategia para las elecciones, el término “discapacidad” es continuamente ajustado para incluir una parte de la población cada vez mayor entre aquellos cualificados para recibir la asistencia social. El criterio que determina quién puede recibir la asistencia crea una atmósfera de refuerzo negativo que alienta el abuso de los beneficios. La resultante regresión de la moral social y el malestar económico ayudan al espectro comunista a lograr sus objetivos.

La asistencia social es una medida de emergencia para ayudar a quienes la necesitan genuinamente, es efectiva en circunstancias como accidentes laborales, epidemias, desastres naturales, etc. No debería volverse una forma de subsistencia estándar, ya que es incapaz de resolver el dilema de la pobreza. Hasta el 2014, en los 50 años desde que el presidente Johnson lanzó su guerra contra la pobreza, los contribuyentes estadounidenses gastaron 2,2 billones de dólares para pagar la asistencia social [16]. Sin embargo, tal como muestran las estadísticas del Buró de Censos de EE. UU., la tasa de pobreza se ha mantenido estable en los últimos 40 años. [17]

De acuerdo con el economista estadounidense William Arthur Niskanen, el sistema de asistencia social engendró una cultura de pobreza, la que a su vez se alimenta de un círculo vicioso de dependencia en la ayuda del gobierno, hijos extramaritales, crímenes violentos, desempleo y abortos. Su análisis de los datos de Estados Unidos para el año 1992 produjo un estimativo de los efectos que se podrían esperar si se aumentaban los beneficios de la Ayuda a las Familias con Hijos Dependientes (AFDC) en un 1% del ingreso promedio por cápita: los receptores de la AFDC crecerían un 3%, el número de personas en la pobreza crecería un 0,8%, los hijos de madres solteras aumentarían un 2,1%, y el número de adultos sin empleo aumentaría un 0,5%. Los abortos y los crímenes violentos también se volverían más comunes [18]. El hallazgo de Niskanen sugiere que un fuerte sistema de asistencia social promueve la dependencia en el sistema y desalienta la responsabilidad personal.

La desintegración de la familia es un ingrediente clave en la cultura de la pobreza. En un estudio sobre pobreza histórica y contemporánea entre la población negra, el economista Walter E. Williams descubrió que el 85% de los niños negros pobres vivía con madres solteras adolescentes. El sistema de asistencia social promueve este fenómeno, ya que alienta a las madres solteras a vivir sin hacerse responsables de sus acciones. Pueden obtener subsidios para la vivienda, cupones para alimentos, etc., de la asistencia social del gobierno. La asistencia social ha sido fundamental en la promoción de los hogares monoparentales, causando más pobreza. [19]

A pesar del hecho de que la asistencia social se ha estado expandiendo en las últimas dos décadas, la brecha entre ricos y pobres también ha estado aumentando continuamente: el salario promedio, ajustado a la inflación, aumenta a paso de tortuga mientras que la riqueza fluye hacia los de mayores ingresos. Ha emergido una clase de trabajadores pobres. Armada con estos problemas sociales, la izquierda presiona para que haya un gobierno más grande, impuestos más altos y más asistencia social para combatir la pobreza, exacerbándola aún más.

La izquierda utiliza la asistencia social para obtener votos

Los políticos de izquierda suelen promover una mayor asistencia social e impuestos más altos. Usando una variedad de lemas electorales para convencer a los votantes de sus nobles intenciones, se retratan de una manera que parezca que tuvieran una fuerte base moral, aunque estos políticos no sean los que provean la asistencia social. Su método consiste meramente en tomar el dinero de la clase media y la clase alta y distribuirlo entre los pobres. Ya que el sistema oculta la relación entre donantes y beneficiarios, los políticos dicen tener un rol crucial en el proceso. Ellos son los que reciben el agradecimiento de los beneficiarios en forma de votos.

b. Intervencionismo económico agresivo en países occidentales

Intervención del Estado

Al presente, los gobiernos del mundo libre ya están practicando un intervencionismo fuerte en sus sistemas económicos nacionales. Una de las causas fue la política de asistencia social, desarrollada bajo influencia socialista, la cual expandió el rol del Estado en la distribución de la riqueza. Otro impulso para esta tendencia fue la Gran Depresión de la década del 30. Después de la crisis, la sociedad occidental se vio profundamente influenciada por las teorías de la economía keynesiana, la cual promueve una intervención activa del Estado y la regulación de la economía mediante subvenciones.

En una sociedad normal, el rol del gobierno es limitado. Solo en situaciones excepcionales debería el Estado interferir en la economía, como por ejemplo, en tiempos de desastres naturales o en alguna otra crisis extraordinaria. Pero hoy en día, la teoría keynesiana se ha arraigado en todo el mundo. Los gobiernos de todos los países se apresuran por tener un mayor control sobre sus respectivas economías.

Cuando el gobierno tiene un rol activo en la economía, cada acción tiene un enorme efecto dominó sobre el mercado. Nuevas políticas o leyes pueden construir o destruir industrias enteras, haciendo que muchas empresas e inversores dependan de las decisiones del gobierno. El Estado, que tradicionalmente solo aprobaba y aplicaba las leyes, ahora se ha convertido en el participante principal de la arena económica. Como si fuera un referí que se pone a jugar al fútbol, el Estado se ha convertido en el responsable de controlar y regular el capital en lo que solía ser una economía de dominio privado, y ha reemplazado su “mano invisible” con su “mano visible”.

El control financiero activo combinado con políticas de fuerte asistencia social ha causado que muchos gobiernos tengan enormes deudas. Según datos de la OCDE, más de la mitad de sus Estados miembro tienen gobiernos con deudas de casi o más del 100% de su PBI. La deuda de algunos países supera el 200% de su producción económica [20]. Esto representa una vulnerabilidad importante para el futuro social y económico de muchos países.

Ronald Coase, economista ganador del Nobel, escribió muchos estudios de investigación sobre el impacto de la intervención del Estado. En su trabajo, Coase descubrió que la política intervencionista casi siempre produce resultados negativos. Él cree que la crisis de intervención ha alcanzado el punto de “rendimiento marginal menguante”. [21]

A pesar de esto, los gobiernos de todos los países se han vuelto más activos en manipular la economía, y cada vez la llevan más y más hacia el control estatal.

Las consecuencias y la realidad del intervencionismo

Hay al menos dos consecuencias principales de una intervención estatal extensa. Primero, el poder del Estado se expande en cuando a su rol y su escala. Los funcionarios de gobierno desarrollan una soberbia cada vez mayor sobre su capacidad de interferir con la economía y hacen que el Estado juegue el rol de salvador. Después de manejar la crisis, el gobierno toma la costumbre de retener sus poderes y funciones expandidos.

Segundo, el intervencionismo crea más dependencia en el gobierno. Cuando la gente enfrenta desafíos, o cuando el libre mercado no puede brindarles los beneficios que quieren, ellos harán presión para que haya más intervención estatal a fin de satisfacer sus demandas.

A medida que aumenta el poder del Estado, la empresa privada se debilita y el libre mercado tiene menos espacio para funcionar. La gente que se ha beneficiado de ello y se ha vuelto dependiente de los políticos seguirá exigiendo que el gobierno tome la responsabilidad de distribuir la riqueza y que promulgue leyes para llevarlo a cabo.

En Occidente hay una fuerte corriente política que empuja a la sociedad hacia la izquierda. Esto incluye a los seguidores de la izquierda original, incluyendo socialistas y comunistas, además de quienes no están tradicionalmente asociados a la izquierda, pero han sido absorbidos por esta. La convergencia de estas fuerzas dispares impulsa al gobierno a tomar mayores medidas para intervenir en la economía e interferir con el funcionamiento de las empresas privadas. Esta erosión de la actividad económica normal parece estar causada por diversos movimientos sociales, pero de hecho, es el espectro del comunismo el que mueve los hilos.

Se puede observar que los gobiernos occidentales empuñan su autoridad pública en nombre de la igualdad y otras excusas políticas a fin de incrementar la intervención, e incluso están promulgando leyes para hacer que este sea el estado permanente. No hay dudas de que este comportamiento priva a las economías de mercado de su árbitro principal: el libre albedrío de las personas. En esencia, el Estado expande su autoridad sobre el libre mercado para convertirlo en una economía planificada. Las implicancias a largo plazo son que todos los aspectos de la economía y el sustento de la población quedarán bajo el control público. Se utilizarán medios económicos para consolidar el poder político, esclavizando así a la sociedad y a sus ciudadanos.

El demonio utiliza una política que aparenta ser benigna en la superficie, pero gradualmente inclina la estructura económica hacia el centralismo, y así poco a poco lleva a la humanidad hacia el comunismo total.

c. La economía socialista lleva al totalitarismo comunista

Impuestos altos, una fuerte asistencia social y una amplia intervención del Estado son manifestaciones del socialismo dentro del sistema capitalista occidental. Así, el socialismo comparte la naturaleza principal de la economía planificada, ya que ambos hacen uso de la autoridad del Estado para manipular la economía. El objeto de fe subyacente es la omnipotencia del gobierno, al cual se le permite jugar a ser Dios.

Así como están las cosas, la única diferencia entre un fuerte intervencionismo estatal en Occidente y las economías planificadas de los países comunistas es que en los países libres, la ley y algunos aspectos básicos del sistema capitalista protegen los derechos humanos para evitar un control total del gobierno.

Friedrich Hayek, prominente economista y filósofo austríaco, advirtió sobre la planificación controlada por el Estado y la redistribución de la riqueza, y dijo que esto inevitablemente dañaría el mercado y llevaría al totalitarismo, sin importar si el sistema era democrático o no. Hayek creía que aunque el socialismo practicado en Europa y América del Norte era diferente de la propiedad pública y la economía planificada, de todos modos llegaría al mismo resultado. La gente perdería su libertad y su sustento, tan solo que de una manera más lenta e indirecta. [22]

Tal como ha sido planteado anteriormente en este libro, Marx, Engels y Lenin consideraban al socialismo como un paso obligatorio en el camino al comunismo. El movimiento de un tren hacia su destino no se verá afectado porque se detenga en alguna estación a medio camino. De manera similar, el espectro del comunismo es la fuerza impulsora detrás de un país que se mueve hacia el socialismo. Una vez que la humanidad abandona las tradiciones, ya sea en la esfera económica o en otras áreas, y acepta la ideología comunista, el ritmo del desarrollo es irrelevante. Tarde o temprano el tren llegará a su destino.

El destino al final de este camino no es un paraíso en la Tierra, sino la destrucción de la humanidad. De hecho, al diablo no le preocupa que no haya un “paraíso” al final, ya que se trata meramente de un anzuelo para atraer a la gente hacia su perdición.

2. El socialismo distópico del Partido Comunista Chino

Después de que la propiedad pública y la economía planificada llevaran a China a la pobreza, el PCCh tuvo que emprender un proceso de “reforma y apertura” mediante el cual introdujo elementos del libre mercado en la sociedad china. Muchos creen que el Partido se ha vuelto capitalista, pero esto no puede estar más alejado de la realidad.

a. La economía china: el control comunista no cede

Por su propia conveniencia, el PCCh liberalizó algunos aspectos de la economía china, como por ejemplo, permitir que haya empresas privadas. Pero esto no significa que los comunistas hayan aflojado su control. Por el contrario, la reforma económica fue una estrategia que utilizaron para mantenerse en el poder y engañar al mundo.

El modelo comunista chino es una monstruosa combinación de socialismo, estatismo y economía de mercado. Aunque existe la empresa privada, el PCCh nunca ha prometido al pueblo ningún derecho fundamental a la propiedad privada. Todos los recursos y la tierra se mantienen en definitiva a disposición del Partido. Al mismo tiempo, el PCCh utiliza el Estado para imponer controles estrictos sobre asuntos económicos. Aún implementa una planificación nacional a gran escala en lo que debería considerarse una economía de poder. El mercado es solo un medio utilizado por el Estado para estimular la producción; no es verdaderamente independiente ni tampoco hay instituciones que apoyen un libre mercado.

El Estado de derecho está ausente y no hay un sistema claro de derechos a la propiedad. No se permite que la tasa de cambio se ajuste naturalmente. El flujo de la riqueza que entra y sale del país se ve restringido y las firmas internacionales están firmemente controladas. El PCCh utiliza subsidios del gobierno y devoluciones de impuestos a la exportación con el objetivo de derrotar a sus adversarios en la competencia de precios. Esto ha perturbado el orden normal del comercio mundial.

En China, toda la actividad económica está dirigida hacia la satisfacción de necesidades políticas. Las libertades económicas de las empresas e individuos están subordinadas a los caprichos del Estado y pueden ser revocadas en cualquier momento. Es precisamente por estas razones que la Organización Mundial del Comercio se ha estado rehusando a reconocer a China como una economía de mercado.

Muchos en gobiernos occidentales albergaron la ingenua esperanza de que el desarrollo económico traiga liberalización política y democracia a China. Pero en cambio, el capitalismo público de China fue utilizado para nutrir al organismo socialista, revigorizar el liderazgo del Partido y continuar por el camino perverso.

Con mayores medios financieros, el PCCh sometió al pueblo a formas más brutales y sofisticadas de represión. En julio de 1999, el régimen comenzó la persecución a Falun Dafa, apuntando a sus cien millones de practicantes. Esta guerra contra los principios universales de Verdad, Benevolencia y Tolerancia continúa hasta el día de hoy. Desde 2009, el PCCh viene gastando más de 500.000 millones de yuanes (U$S 75.000 millones) por año para cubrir los costos de “mantener la estabilidad”, esto es, controlar a la población china.

b. La verdad detrás del crecimiento económico de China

Debido al rápido crecimiento del PBI de China en los últimos cuarenta años, muchos han llegado a creer en la superioridad de la economía socialista. Esto ha hecho que muchos occidentales, incluyendo las élites de círculos políticos y académicos, y los centros de estudios, se maravillen ante la eficiencia del sistema totalitario. De hecho, el modelo económico que construyó el PCCh no puede ser replicado. Por un lado, las razones de su crecimiento económico demuestran la inestabilidad interna del sistema socialista. Por el otro, el modelo del Partido presagia una abundancia de vicios creados por su inescrupulosa economía de poder.

El crecimiento económico de China en los últimos 40 años se debe en gran parte a los siguientes factores: en primer lugar, la relajación de la economía estatal y el abandono del planeamiento centralizado, acompañados de la revitalización del sector privado, han dado a la economía china un poderoso impulso productivo. El pueblo chino es trabajador e inteligente, pero el Partido entorpeció su potencial industrial durante décadas. El deseo de aliviarse de la pobreza reavivó la motivación de hacer negocios y desató el tremendo poder económico de los chinos.

Un segundo factor fue el enorme flujo de capital y tecnología occidentales hacia China durante la era de reforma. Bajo la economía planificada, las vastas extensiones de tierra inutilizada, fuerza laboral y mercados de China eran como oro para los cuales los precios aún no estaban determinados. La combinación de inversión de capital y recursos no desarrollados encendió las llamas del crecimiento económico de China. Si no fuera por el régimen totalitario del Partido, esta llama hubiese comenzado décadas antes, y de una forma mucho más controlable y sostenible.

La escala de la inversión occidental en China es inmensa. Según cifras publicadas, la inversión estadounidense directa en China casi alcanzó los U$S 800.000 millones entre 2000 y 2016 [23]. El valor total de capital extranjero que ingresó a China entre 1979 y 2015 llegó a unos U$S 1,64 billones. [24]

Los países occidentales incluso dieron al régimen chino un estatus comercial preferencial junto con un amplio acceso al mercado. En mayo de 2000, el gobierno de EE. UU. otorgó a China el estatus de Relaciones Comerciales Normales Permanentes (PNTR). El 11 de diciembre de 2001, China entró formalmente en la Organización Mundial del Comercio (OMC) y se unió al mercado internacional.

El PCCh desarrolló su poder económico utilizando modelos poco éticos de desarrollo. Entre estos se encuentran talleres clandestinos de trabajo, la extrema explotación de trabajadores y campesinos, la violenta demolición de viviendas y la reubicación de sus residentes, y demás. Con el fin de lograr un crecimiento a corto plazo, el PCCh ignoró la destrucción ambiental y otros peligros para exprimir hasta la última gota de ganancias de su tierra, gente y recursos.

El Partido Comunista se aprovechó del capital, la tecnología, los mercados y el estatus comercial favorable de Occidente, así como de los costos baratos de mano de obra nacional, para amasar enormes sumas de reserva en moneda extranjera. El déficit en la balanza comercial entre Estados Unidos y China creció de U$S 80.000 millones en 2000 a más de U$S 375.000 millones en 2017.

Finalmente, el PCCh dio vuelta las convenciones del comercio internacional y se aprovechó por completo de las oportunidades disponibles sin importarle su legitimidad. Adoptó la estrategia nacional de plagiar la propiedad intelectual en un intento por sobrepasar a otros países en cuanto a industria y tecnología. Esto constituye el caso más grande de robo de toda la historia.

El informe de 2017 de la Comisión sobre Robo de Propiedad Intelectual Estadounidense declaró que los productos falsificados, el software pirateado y los secretos comerciales robados por China causaron que Estados Unidos perdiera entre U$S 225.000 millones y U$S 600.000 millones cada año, una cifra que no incluye las pérdidas por robo de propiedad intelectual.

El informe expone que en los últimos tres años, se perdieron U$S 1,2 billones debido al robo de propiedad intelectual, mayormente proveniente de China [25][26]. Un informe de la Oficina del Director del Servicio Nacional de Inteligencia declara que el 90 por ciento de los ciberataques a empresas de EE. UU. proviene del gobierno chino, que inflige un estimado de U$S 400.000 millones en daño económico total cada año. [27]

El crecimiento económico de China fue incentivado por la relajación de la ideología socialista, por las inversiones de países occidentales desarrollados y por la conducta comercial inmoral del PCCh. Esto de ninguna manera indica la superioridad del socialismo, ni que el Partido se esté desarrollando en un camino capitalista normal. Los analistas occidentales a veces describen al modelo comercial inescrupuloso de la China comunista como “capitalismo de Estado”. Esto es un darle al Partido un crédito que no se merece. Bajo el régimen totalitario del PCCh, la economía es meramente un instrumento político. La fachada de economía de mercado es una superficialidad que el PCCh utiliza para engañar al mundo.

El modelo económico del PCCh utiliza la autoridad del Estado para inducir el rápido desarrollo económico mientras emplea trucos deshonestos para ser competitivo. Esto ha incentivado a otros países a adoptar una intervención estatal más intensa. Estos países cometieron el grave error de idolatrar el modelo del Partido como un éxito mientras ignoran sus tragedias humanas y morales.

c. Consecuencias del modelo económico chino

El modelo económico del PCCh hizo que la moral de la sociedad cayera en picada, exactamente acorde con el objetivo del espectro comunista de destruir a la humanidad. El poder económico del Partido va de la mano con la erosión de la moral mientras arrastra a las personas a un mar sin fondo de indulgencia, con su eventual aniquilación.

La China actual está inundada de productos falsos, comida venenosa, pornografía, drogas, apuestas y pandillas. La corrupción y la prostitución se convirtieron en logros de los cuales enorgullecerse, mientras que la confianza social es prácticamente inexistente. La grieta entre ricos y pobres es cada vez más ancha y está acompañada de los conflictos sociales y del abuso de la justicia. Los ciudadanos hacen la vista gorda ante el sufrimiento de sus compatriotas. En la economía de poder, los funcionarios del Partido utilizan su autoridad para acumular dinero. La enormidad de la corrupción aumenta con el rango. La malversación de miles de millones es algo normal. No hay gobierno tan corrupto ni moralmente degenerado como el régimen comunista chino.

En octubre de 2011, el mundo quedó estupefacto con la muerte de Yueyue, una niña de 2 años de edad de la provincia de Guangdong que fue atropellada por un camión. En vez de detenerse a ayudarla, el conductor puso reversa para atropellar a Yueyue otra vez y asegurarse de que estuviera muerta. Durante la tragedia, 18 personas pasaron por ahí y no se detuvieron, y luego Yueyue falleció en el hospital. Los medios de comunicación internacionales se preguntaban si China había perdido su alma. Puede ser comprensible que la gente sea reticente a ayudar a otros cuando implica un peligro para ellos, como en un robo armado, pero Yuyue no planteaba una amenaza para nadie al yacer agonizando debajo de los neumáticos de un conductor sin alma. La sociedad china ha tocado fondo.

El crecimiento económico sin moral es caótico, breve y desastroso. Bajo las inhumanas políticas del PCCh, el conflicto social abunda y el medio ambiente está al borde del colapso. Las consecuencias de la decadencia moral son fatales. China se hace llamar un país fuerte, pero su fuerza es un espejismo. Su prosperidad superficial, construida sobre la imprudente búsqueda de riqueza, está condenada a colapsar en la convergencia de la crisis moral y el conflicto social.

Si China no puede escapar de las garras del diablo, no tendrá un buen futuro. El espectro del comunismo no tiene intención de implementar un crecimiento sostenible y saludable, dado que su objetivo es destruir China.

3. Los estragos del socialismo en el mundo en desarrollo

a. El socialismo continúa acechando a Europa del Este

En el mundo actual, los países occidentales desarrollados se involucran en un socialismo oculto, y el Partido Comunista Chino ha impuesto una monstruosidad socialista autoritaria. En Europa del Este, el comunismo continúa acechando a la región, dado que no hubo un juicio completo de los crímenes cometidos por los regímenes pertenecientes al ex bloque soviético.

La persistente presencia del comunismo puede observarse en varias facetas de la política y la economía de Europa Oriental. Por ejemplo, Rusia y Bielorrusia conservan poderosas empresas estatales, una amplia asistencia social y políticas intervencionistas agresivas. Durante el período transitorio del comunismo, los países de Europa del Este experimentaron crisis de lento crecimiento económico y alto desempleo. Todo esto incentivó la recaída en el comunismo y el socialismo en nuevas formas. El espectro del comunismo no ha sido expulsado. Los partidos de izquierda fueron reanimados con un vigor renovado, alimentándose de la nostalgia de la gente por el pasado socialista. [28]

b. La economía socialista ha fallado en naciones en desarrollo

En las naciones en desarrollo de Asia, África y Latinoamérica, muchos países recientemente independientes declararon su lealtad al socialismo en los años 1960. El resultado ha sido un desastre. Los casos más recientes incluyen a Venezuela y Zimbabue.

Venezuela fue una vez el país más rico de Latinoamérica. Desde que el socialismo llevó a su economía al colapso, Venezuela está plagada de pobreza, crimen y hambruna. Zimbabue supo ser el país más rico de África. Actualmente se ha hundido en una completa catástrofe y la inflación escaló más allá de lo imaginable.

Venezuela: Cómo el socialismo llevó un país próspero a la bancarrota

Venezuela fue bendecida con considerables reservas de petróleo. En los años 1970, era el país con el crecimiento más acelerado de Latinoamérica y disfrutaba de la desigualdad de ingresos más baja y el PIB per cápita más alto de la región [29]. La economía relativamente libre de Venezuela atrajo talentosos inmigrantes de Italia, Portugal y España. Junto con la protección de los derechos a la propiedad, estos factores permitieron que la economía de la nación creciera rápidamente entre 1940 y 1970. [30]

Luego de que el nuevo presidente asumiera en 1999, se embarcó en un programa desafortunado de nacionalización que finalmente sumió a la economía venezolana en un caos. El presidente había declarado públicamente que emprendería un socialismo del siglo XXI. [31]

Para construir el socialismo, el gobierno venezolano confiscó o nacionalizó muchas empresas privadas, entre ellas el petróleo, la agricultura, las finanzas, la industria pesada, el acero, las telecomunicaciones, la energía, el transporte y las empresas turísticas. Este proceso se redobló luego de la reelección del presidente en 2007. Su gobierno expropió 1147 empresas privadas entre 2007 y 2012, con efectos catastróficos.

Industrias que supieron ser productivas fueron cerradas y reemplazadas por empresas estatales ineficientes, lo que ahuyentó a los inversores. Dado que la producción se hundió, Venezuela pasó a tener una gran dependencia en las importaciones. Sumado a una serie de intervenciones gubernamentales que incluían reservas extranjeras y controles de precios, el desastre inevitablemente golpeó al país cuando cayó el precio del petróleo.

Algunos atribuyeron esta tragedia a la crisis del petróleo, pero las razones del dramático fracaso de Venezuela son otras. Según información provista por el Banco Mundial, siete países que dependían de la exportación de petróleo aún más que Venezuela experimentaron un crecimiento económico entre 2013 y 2017. [32]

La raíz del problema yace en el sistema económico socialista. La política económica de Venezuela esencialmente marchó al ritmo de las diez exigencias revolucionarias que Marx propuso en El Manifiesto Comunista [33]. Venezuela sufrió su destino económico fatal en manos del espectro comunista.

Zimbabue: De granero de África a la tierra de la hambruna

Luego de la declaración de independencia de Zimbabue en 1980, el país intentó construir un Estado socialista de acuerdo con los principios marxistas-leninistas. Su primer presidente fue creyente marxista en su juventud. Sus guerrillas, guiadas por el Pensamiento de Mao Zedong, recibieron asistencia incondicional del Partido Comunista Chino y mantuvieron una relación con China. A diferencia de otros países africanos que implementaron el socialismo, Zimbabue no impuso políticas de nacionalización inmediatamente.

Los infortunios económicos de Zimbabue comenzaron en el año 2000, luego del comienzo de la reforma agraria. Bajo el programa de reforma, la tierra perteneciente a los campesinos blancos fue incautada y redistribuida entre los negros sin tierra y entre quienes tenían un trasfondo político aprobado. El resultado fue un agudo declive en la productividad agrícola. En un intento por evadir la crisis, el Banco Central de Zimbabue imprimió más dinero, lo que condujo a una interminable hiperinflación.

Cifras del Banco Central de Zimbabue indican que en junio de 2008, la inflación anual del país alcanzó el 231 millones por ciento. Hacia mediados de noviembre de 2008, la inflación había alcanzado el pico de cerca de 80.000 millones por ciento, luego de lo cual las autoridades dejaron de publicar estadísticas mensuales. Un año después, la tasa de cambio del dólar zimbabuense al dólar estadounidense alcanzó los treinta y cinco billones a uno. Zimbabue finalmente se vio obligado a abandonar y relanzar su moneda. [34]

En 2008, una gran hambruna azotó a Zimbabue. De las 16 millones de personas del país, unas 3,5 millones pasaron hambre. Hoy en día, la desnutrición es crónica y generalizada.

El comunismo plaga el mundo en formas que pueden ser observadas o previstas en todos los países. Los países occidentales desarrollados están comenzando a experimentar crisis. Mientras tanto, la tragedia del socialismo ya es una realidad en el mundo en desarrollo. Este es el principio: el demonio utiliza la economía para prometer comodidad y satisfacción momentánea, tentando a la gente hacia la degradación moral y arrastrándola al abismo.

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Referencias

[1] Karl Marx and Friedrich Engels, “Manifesto of the Communist Party,” Marx/Engels Selected Works, Vol. One (Moscow: Progress Publishers, 1969), 98-137.

[2] Max Galka, “The History of U.S. Government Spending, Revenue, and Debt (1790-2015),” Metrocosm, February 16, 2016, http://metrocosm.com/history-of-us-taxes/.

[3] “OECD Tax Rates on Labour Income Continued Decreasing Slowly in 2016,” OCED Reporthttp://www.oecd.org/newsroom/oecd-tax-rates-on-labour-income-continued-decreasing-slowly-in-2016.htm.

[4] Kenneth Scheve and David Stasavage, Taxing the Rich: A History of Fiscal Fairness in the United States and Europe (Kindle Locations 930-931) (Princeton: Princeton University Press, Kindle Edition).

[5] Rachel Sheffield and Robert Rector, “The War on Poverty after 50 Years,” Heritage Foundation Report, September 15, 2014, https://www.heritage.org/poverty-and-inequality/report/the-war-poverty-after-50-years.

[6] Ibid.

[7] Nima Sanandaji, Scandinavian Unexceptionalism: Culture, Markets, and the Failure of Third-Way Socialism (London: Institute for Economic Affairs, 2015), 132.

[8] Alexis de Tocqueville, Memoir on Pauperism, trans. Seymour Drescher  (Lancing, West Sussex, UK: Hartington Fine Arts Ltd, 1997).

[9] Ibid.

[10] “A National Sport No More,” The Economist, November 3rd, 2012, https://www.economist.com/europe/2012/11/03/a-national-sport-no-more.

[11] Martin Halla, Mario Lackner, and Friedrich G. Schneider, “An Empirical Analysis of the Dynamics of the Welfare State: The Case of Benefit Morale,” Kyklos, 63:1 (2010), 55-74.

[12] Nicholas Kristof, “Profiting from a Child’s Illiteracy,” New York Times, December 7, 2012, https://www.nytimes.com/2012/12/09/opinion/sunday/kristof-profiting-from-a-childs-illiteracy.html.

[13] Ibid.

[14]Alexis de Tocqueville, Memoir on Pauperism, trans. Seymour Drescher  (Lancing, West Sussex, UK: Hartington Fine Arts Ltd, 1997).

[15] Nicholas Kristof, “Profiting from a Child’s Illiteracy,” New York Times, December 7, 2012, https://www.nytimes.com/2012/12/09/opinion/sunday/kristof-profiting-from-a-childs-illiteracy.html.

[16] Robert Rector, “The War on Poverty: 50 Years of Failure,” Heritage Foundation Report, September 23, 2014, https://www.heritage.org/marriage-and-family/commentary/the-war-poverty-50-years-failure.

[17] U.S. Census Bureau, “Annual Social and Economic Supplements,” Current Population Survey, 1960 to 2016.

[18] Niskanen, A., “Welfare and the Culture of Poverty,” The Cato Journal, 16:1(1996).

[19] Walter E. Williams, “The True Black Tragedy: Illegitimacy Rate of Nearly 75%,” cnsnews.com, May 19, 2015, https://www.cnsnews.com/commentary/walter-e-williams/true-black-tragedy-illegitimacy-rate-nearly-75.

[20] “OECD Data,” https://data.oecd.org/gga/general-government-debt.htm.

[21] Thomas Winslow Hazlett, “Looking for Results: An Interview with Ronald Coase,” Reason, (January 1997), https://reason.com/archives/1997/01/01/looking-for-results.

[22] F. A. Hayek, The Road to Serfdom (London: Routledge Press, 1944).

[23] “Direct Investment Position of the United States in China from 2000 to 2016” , Statistica.com, https://www.statista.com/statistics/188629/united-states-direct-investments-in-china-since-2000/.

[24]“Report on Foreign Investments in China, 2016,” A Chronicle of Direct Foreign Investments in China, The Ministry of Commerce of China [〈中国外商投资报告 2016〉, 《中国外商直接投资历年概况》,中國商務部]

[25] Liz Peek, “Finally, a President Willing to Combat Chinese Theft,” The Hill,March 26, 2018, http://thehill.com/opinion/finance/380252-finally-a-president-willing-to-combat-chinese-theft.

[26] The Commission on the Theft of American Intellectual Property, Update to the IP Commission Report, 2017, http://www.ipcommission.org/report/IP_Commission_Report_Update_2017.pdf.

[27] Chris Strohm, “No Sign China Has Stopped Hacking U.S. Companies, Official Says,” Bloomberg News, November 18, 2015, https://www.bloomberg.com/news/articles/2015-11-18/no-sign-china-has-stopped-hacking-u-s-companies-official-says.

[28] Kurt Biray, “Communist Nostalgia in Eastern Europe: Longing for the Past,” November 10, 2015, https://www.opendemocracy.net/can-europe-make-it/kurt-biray/communist-nostalgia-in-eastern-europe-longing-for-past.

[29] John Polga-Hecimovich, “The Roots of Venezuela’s Failing State,” Origins, 10:9 (June 2017), http://origins.osu.edu/article/roots-venezuelas-failing-state.

[30] José Niño, “Venezuela Before Chavez: A Prelude to Socialist Failure,” Mises Wire, May 04, 2017, https://mises.org/wire/venezuela-chavez-prelude-socialist-failure.

[31] John Bissett, “Hugo Chavez: Revolutionary Socialist or Leftwing Reformist?” Socialist Standard No. 1366 (June 2018) https://www.worldsocialism.org/spgb/hugo-chavez-revolutionary-socialist-or-leftwing-reformist.

[32] Julian Adorney, “Socialism Set Fire to Venezuela’s Oil Crisis,” Real Clear World, August 29, 2017, https://www.realclearworld.com/articles/2017/08/29/socialism_set_fire_to_venezuelas_oil_crisis_112520.html.

[33] José Niño, “John Oliver is Wrong About Venezuela – It’s a Socialist Country,” Mises Wire May 30, 2018, https://mises.org/wire/john-oliver-wrong-about-venezuela-%E2%80%94-its-socialist-country.

[34] “10 Numbers Tell You What Is Going On in Zimbabwe”, BBC Chinese edition (November 11, 2017), http://www.bbc.com/zhongwen/trad/world-42077093

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