Capítulo 5: Infiltración en Occidente (Parte 1)

Tabla de contenidos

Introducción

1. El comunismo mediante la violencia y la no violencia

2. Guerra de espionaje y desinformación

3. Del New Deal al Progresismo

4. La revolución cultural de Occidente

5. Los movimientos antiguerra y de derechos civiles

Referencias

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Introducción

Las elecciones presidenciales de Estados Unidos en 2016 fueron unas de las más dramáticas en décadas. Aunque la participación fue de apenas un 58% de votantes, la campaña presidencial estuvo llena de giros e imprevistos que continuaron aun después de las elecciones. El ganador, el candidato republicano Donald Trump, se encontró asediado por una cobertura negativa en la prensa y protestas en ciudades de todo el país. Los manifestantes llevaban pancartas con lemas como “no mi presidente” y declarando que Trump es racista, machista, xenófobo o nazi. Se exigió que hubiera un recuento y hubo amenazas de destituirlo.

Periodistas de investigación han revelado que muchas de estas protestas fueron instigadas por ciertos grupos de interés. Como se muestra en “America Under Siege: Civil War 2017”, un documental dirigido por el activista político neozelandés Trevor Loudon, una significativa proporción de los manifestantes eran “revolucionarios profesionales” con lazos con regímenes comunistas y otros Estados autoritarios, como Corea del Norte, Irán, Venezuela o Cuba. La obra de Loudon también señala el rol de dos prominentes organizaciones socialistas de Estados Unidos, el estalinista Partido Mundial de los Trabajadores y la maoísta Organización Socialista del Camino para la Libertad. [1]

Habiendo investigado al movimiento comunista desde la década de 1980, Loudon determinó que las organizaciones izquierdistas hicieron de Estados Unidos su objetivo principal para la infiltración y la subversión. Los campos de la política, la educación, la prensa y las empresas estadounidenses han virado cada vez más hacia la izquierda bajo la influencia de personas en buenas posiciones. Incluso mientras la gente en todo el mundo festejaba el triunfo del mundo libre después de la Guerra Fría, el comunismo seguía apoderándose furtivamente de instituciones públicas de la sociedad occidental en preparación para su lucha final.

Estados Unidos es el faro del mundo libre y los dioses le asignaron la misión de ser la policía del mundo. La participación de Estados Unidos fue lo que determinó el resultado de las guerras mundiales. Durante la Guerra Fría, ante la amenaza del holocausto nuclear, Estados Unidos logró contener al bloque soviético hasta la desintegración de los regímenes comunistas soviéticos y de Europa del Este.

Los Padres Fundadores de los Estados Unidos aplicaron su conocimiento de las tradiciones religiosas y filosóficas de Occidente para escribir la Declaración de la Independencia y la Constitución de Estados Unidos. Estos documentos reconocen que los derechos otorgados al hombre por Dios son autoevidentes –comenzando por la libertad de creencia y de expresión– y establecieron la separación de poderes para garantizar un sistema republicano de gobierno. Aunque Estados Unidos tuvo una guerra civil, dicha guerra tuvo el propósito de hacer efectivos los principios fundadores de EE. UU. al poner fin a la institución de la esclavitud. Durante más de 200 años, esos principios han llevado a cabo un trabajo sin igual al promover la “tranquilidad nacional” y asegurar el “bienestar general”, tal como promete el preámbulo de la Constitución.

La libertad del hemisferio occidental tiene una dirección directamente contraria al objetivo del espectro comunista, el cual es esclavizar y destruir a la humanidad. Maquillándose con la hermosa visión de una sociedad colectiva e igualitaria, el espectro del comunismo dirigió a sus enviados en la sociedad humana para que llevaran a cabo su conspiración en todo el mundo.

Mientras que en países orientales como la Unión Soviética o China el comunismo se manifiesta como un gobierno totalitario, asesinatos en masa y la destrucción de la cultura tradicional, en Occidente ha estado obteniendo el control de manera silenciosa y constante utilizando la subversión y la desinformación. Erosiona la economía, los procesos políticos, las estructuras sociales y la fibra moral de la humanidad para producir su degeneración y destrucción.

Dado que el Partido Comunista no tiene liderazgo en países occidentales, los agentes del espectro se disfrazan infiltrándose en todo tipo de organizaciones e instituciones. Hay al menos cuatro fuerzas principales dirigiendo la subversión comunista en Occidente.

El primer agente de subversión fue la Unión Soviética, fundada por la Tercera Internacional comunista (Comintern) para esparcir la revolución en todo el mundo. A partir de los 80, los comunistas chinos implementaron la reforma económica. El PCCh estableció intercambios políticos, comerciales y culturales que le dieron la oportunidad de infiltrarse en Occidente.

El segundo método de subversión fue llevado a cabo por los partidos comunistas locales, los cuales trabajaban con el Partido Comunista Soviético y el Comintern.

Tercero, en las últimas décadas, las crisis económicas y las revueltas sociales han alentado a muchos gobiernos occidentales a adoptar políticas socialistas, lo que dio como resultado un giro a la izquierda.

La cuarta fuerza de subversión proviene de quienes simpatizan y apoyan al Partido Comunista y al socialismo. Estos compañeros de viaje sirven al comunismo como una quinta columna de “idiotas útiles” dentro de la sociedad occidental, ayudando a destruir la cultura, sembrar la degeneración moral y socavar al gobierno legítimo.

Supera el alcance de esta obra el brindar un informe exhaustivo sobre la infiltración comunista en Occidente, dada su naturaleza opaca y sinuosa. Sin embargo, al entender el panorama general, nuestros lectores pueden obtener una imagen de cómo opera el espectro perverso y así aprender a ver a través de sus capas de engaño. Para ser breves, este capítulo ofrece un repaso general del alcance del comunismo en Estados Unidos y Europa occidental.

1. El comunismo mediante la violencia y la no violencia

En el imaginario colectivo, el Partido Comunista es sinónimo de violencia, y con razón. En el Manifiesto Comunista, Marx y Engel dicen: “Los comunistas desprecian esconder sus perspectivas y objetivos. Ellos declaran abiertamente que sus fines pueden lograrse solo mediante el derrocamiento forzoso de todas las condiciones sociales existentes”. [2]

El hecho de que los regímenes comunistas de Rusia y China tomaran el poder mediante la revolución violenta y utilizaran la violencia como una herramienta de represión desvió la atención de las formas menos visibles del comunismo.

La rama del marxismo que aboga por la revolución violenta está representada por el leninismo, el cual adaptó la teoría en dos aspectos significativos. Según Marx, la revolución comunista empezaría en países capitalistas avanzados, pero Lenin creía que el socialismo podría ser formado en Rusia, que tenía un desarrollo económico comparativamente más atrasado.

La segunda y más importante contribución de Lenin al marxismo fue su doctrina de construcción del partido.

Construir el partido básicamente consistía en adoptar las técnicas de coerción, engaño y violencia de las organizaciones criminales y aplicarlas a la teoría socioeconómica marxista. Según Lenin, la clase trabajadora es incapaz de desarrollar una conciencia de clase o de exigir la revolución por sí misma, y por eso debe ser convocada a la acción con una acción externa. Los agentes de la revolución se organizarían en una “vanguardia” proletaria altamente disciplinada: el Partido Comunista.

La Sociedad Fabiana británica, fundada en 1884, un año después de la muerte de Marx, tomó un camino diferente en la lucha por imponer el socialismo. El logo fabiano describe a un lobo con piel de oveja, y su nombre hace referencia a Quintus Fabius Maximus Verrucosus, el general y dictador romano famoso por sus tácticas dilatadoras.

En los Ensayos Fabianos, el primer panfleto producido por el grupo, una nota en la portada dice: “El momento adecuado debes esperar, como Fabius hizo pacientemente mientras en guerra contra Aníbal, aunque muchos censuraron su tardanza; pero llegado el momento debes golpear duro, como Fabius hizo, o tu espera habrá sido en vano e infructífera”. [3]

Para dar lugar gradualmente al socialismo, la Sociedad Fabiana inventó la política de “impregnación” para aprovecharse de los puestos disponibles en política, empresas y en la sociedad civil. La Sociedad Fabiana no restringe las actividades de sus miembros, sino que los alienta a avanzar en los objetivos socialistas uniéndose a organizaciones adecuadas y congraciándose con importantes figuras como ministros de gabinete, funcionarios de alto rango, empresarios industriales, decanos de universidades o líderes de iglesias. Sidney Webb, presidente de la Sociedad Fabiana, escribió:

Como Sociedad, damos la bienvenida a la adhesión de hombres y mujeres de todas las denominaciones religiosas o de ninguna, insistiendo fuertemente con que el socialismo no es secularismo; y el mismísimo objeto y propósito de toda acción colectiva sensible era el desarrollo del alma individual o la conciencia o el carácter. […] Tampoco confinamos nuestra propaganda al Partido Laborista que emerge lentamente, o a aquellos que estaban preparados para hacerse llamar socialistas, o a los trabajadores manuales o a ninguna clase en particular. Colocamos nuestras propuestas, una por una, de la manera más persuasiva posible, ante todo aquel que las escuche –conservadores cada vez que tengamos acceso a ellos, las iglesias y capillas de todas las denominaciones, las diversas universidades, y liberales y radicales, junto con las otras Sociedades Socialistas en todo momento. A eso llamamos ‘impregnación’: y fue un descubrimiento importante. [4]

Muchos miembros de la Sociedad Fabiana eran intelectuales jóvenes. Daban discursos y publicaban libros, revistas y panfletos por toda la sociedad. En el siglo XX, la Sociedad Fabiana pasó a la escena política. Sidney Webb se convirtió en el representante fabiano en el Comité de Representación de los Trabajadores del Partido Laborista.

En el Partido Laborista, Webb creó el borrador de la constitución y el programa del partido. Con un rol líder en la formación de políticas, Webb se esforzó por lograr que el socialismo fabiano fuera la ideología que guiaba al partido. La Sociedad Fabiana luego ganó influencia en Estados Unidos, donde existían múltiples grupos en las facultades de artes liberales de muchas universidades.

Sea el comunismo violento de Lenin o el comunismo no violento de la Sociedad Fabiana, ambos son manipulados por el espectro perverso del comunismo y tienen el mismo objetivo final. El comunismo violento de Lenin no rechaza los medios no violentos. En su libro La enfermedad infantil del ‘izquierdismo’ en el comunismo, Lenin critica a los partidos comunistas de Europa occidental que se rehusaron a cooperar con lo que él llamaba los sindicatos “reaccionarios” o a integrar el parlamento nacional “capitalista”.

En su libro, Lenin escribió: “El arte de la política (y el correcto entendimiento del comunismo sobre sus tareas) consiste en evaluar correctamente las condiciones y el momento en el que la vanguardia del proletariado pueda asumir el poder con éxito, en el que es capaz –durante y después de la toma del poder– de ganar un apoyo adecuado por parte de un estrato lo suficientemente amplio de la clase trabajadora y de la masa trabajadora no proletaria, y en el que es capaz de mantener, consolidar y extender su régimen al educar, entrenar y atraer a una masa aún más amplia de trabajadores”. [5]

Lenin remarcó una y otra vez que el comunismo debe ocultar sus verdaderas intenciones. A fin de tomar el poder, no hay que descartar ninguna promesa ni acuerdo. En otras palabras, para conseguir sus objetivos, pueden ser inescrupulosos. En el camino al poder, tanto el Partido Bolchevique de Rusia como el Partido Comunista Chino utilizaron la violencia y el engaño al máximo grado.

La brutalidad de los regímenes comunistas soviéticos y chinos ha desviado la atención del comunismo no violento que se encuentra en Occidente. Bernard Shaw, dramaturgo irlandés y representante de la Sociedad Fabiana británica, escribió: “También dejé bien en claro que el socialismo significa la igualdad de ingresos o nada, y que bajo el socialismo no tendrías permitido ser pobre. Te alimentarían, vestirían, alojarían, enseñarían y emplearían, todo a la fuerza, te guste o no. Si se descubre que no tienes el carácter suficiente para ser digno de todas estas molestias, posiblemente seas amablemente ejecutado”. [6]

La Sociedad Fabiana se especializaba en el engaño. Eligió a Bernard Shaw, un hombre de la literatura, para encubrir con bellas palabras los verdaderos objetivos del socialismo no violento. Pero la brutalidad yace por debajo de la superficie. Los partidos comunistas occidentales y sus varias organizaciones de fachada incitan a los jóvenes a crear una atmósfera de caos. Participan en ataques, vandalismo, robos, incendios intencionados, colocación de bombas y asesinatos para hostigar e intimidar a sus enemigos.

2. Guerra de espionaje y desinformación

El comunismo sostiene que la nación es una construcción opresiva de la sociedad de clases y apunta a abolir la nacionalidad. En el Manifiesto Comunista, Marx y Engels proclaman que “los hombres trabajadores no tienen país”. El Manifiesto termina con la nota de “¡Trabajadores de todos los países, uníos!”

Bajo el liderazgo de Lenin, los bolcheviques fundaron el primer país socialista en Rusia e inmediatamente establecieron la Internacional Comunista (Comintern) para instigar y difundir la revolución socialista en todo el mundo. El objetivo de la Unión Soviética y el Comintern era derrocar a los regímenes legítimos de cada nación sobre la Tierra y establecer una dictadura socialista mundial del proletariado. En 1921, la filial del Lejano Oriente del Comintern estableció el PCCh, que tomaría el poder en China en 1949.

Además del PCCh, los partidos comunistas de todo el mundo buscaron la guía del Comintern y aceptaron su financiamiento y entrenamiento. Con los recursos de un vasto imperio a su disposición, el Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) reclutó activistas en todo el mundo y los entrenó para llevar a cabo operaciones subversivas en sus propios países.

Fundado en 1919, el Partido Comunista de EEUU (PCEUA) fue una de esas organizaciones que siguieron al Comintern y al PCUS. Aunque el PCEUA en sí nunca se convirtió en una fuerza política importante, su influencia en los Estados Unidos fue de todos modos significativa. El PCEUA confabuló con activistas y organizaciones activistas para infiltrarse en los movimientos de trabajadores y estudiantes, la iglesia y el gobierno.

El Dr. Fred Schwartz, pionero del pensamiento anticomunista estadounidense, dijo en 1961: “Todo intento por juzgar la influencia de los comunistas en base a sus números es como tratar de determinar la validez del casco de un barco relacionando el sector con agujeros con el sector que está en condiciones. Un agujero puede hundir el barco. El comunismo es la teoría de unos pocos disciplinados que controlan y dirigen al resto. Una persona en una posición crítica puede controlar y manipular a miles de otros”. [7]

Ahora se sabe que había agentes soviéticos activos dentro del gobierno estadounidense durante la Segunda Guerra Mundial. A pesar de esto y de los esfuerzos anticomunistas del senador Joseph McCarthy, políticos y académicos izquierdistas y la prensa de izquierda ocultaron o encubrieron estos hechos al público.

En la década de 1990, el gobierno de EE. UU. desclasificó los “Archivos Venona” decodificados por la inteligencia estadounidense durante la década de 1940 hasta el final de la Segunda Guerra Mundial. Estos documentos muestran que al menos 300 espías soviéticos estuvieron trabajando en el gobierno de EE. UU., incluyendo funcionarios de alto rango en la administración Roosevelt que tenían acceso a información ultrasecreta. Otros agentes utilizaban sus posiciones para influir en la creación de políticas y la forma de gobernar.

Entre los espías soviéticos que se conocen estaban Harry Dexter White, funcionario del Tesoro de EE. UU; Alger Hiss, funcionario del Departamento de Estado; y Julius y Ethel Rosenberg, la pareja que fue ejecutada en la silla eléctrica por transmitir secretos militares y tecnología atómica a la Unión Soviética.

Las comunicaciones interceptadas y desencriptadas por el Proyecto Venona son solo la punta del iceberg; el alcance total de la infiltración soviética en el gobierno de EE. UU. sigue siendo desconocido. Al ocupar puestos gubernamentales de alto rango en EE. UU., algunos agentes soviéticos tuvieron la oportunidad de influir en importantes decisiones políticas.

Alger Hiss, el espía soviético en el Departamento de Estado, tuvo un rol clave como consejero del presidente Roosevelt durante la Conferencia de Yalta a finales de la Segunda Guerra Mundial. Él ayudó a determinar los arreglos territoriales de posguerra, a redactar el borrador de la Carta de las Naciones Unidas, a decidir el intercambio de prisioneros, y demás.

Harry Dexter White, un asistente de confianza del secretario del Tesoro Henry Morgenthau Jr., ayudó a crear los acuerdos financieros internacionales de Bretton Woods y fue una de las personalidades más importantes detrás del establecimiento del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial.

White incentivó al Partido Nacionalista Chino (Kuomintang) para que incorporara en el Ministerio de Finanzas chino a Yi Zhaoding, un miembro oculto del PCCh. Después de asumir su cargo en 1941, Yi fue el arquitecto de desastrosas reformas monetarias que dañaron la reputación del Kuomintang y beneficiaron el ascenso del PCCh.

Algunos historiadores argumentan que la influencia de los espías soviéticos y sus simpatizantes izquierdistas en la política exterior norteamericana llevó a que Estados Unidos pusiera fin a la ayuda militar que brindaba al Kuomintang durante la Guerra Civil China que siguió a la Segunda Guerra Mundial. Así fue que China continental cayó en manos del PCCh.

Algunos expertos, como M. Stanton Evans, argumentan que el área en que los espías soviéticos tuvieron más éxito fue en influir la política [8]. Whittaker Chambers, informante soviético y asociado del PCEUA que luego desertó y testificó contra otros espías, dijo: “Los agentes de una potencia enemiga estaban en posición de hacer mucho más que robar documentos. Estaban en una posición de influencia sobre la política exterior de la nación a favor de los intereses del principal enemigo de la nación, y no solo en ocasiones excepcionales, […] sino en lo que debe haber sido una abrumadora suma de decisiones día a día”. [9]

Yuri Bezmenov, un agente de la KGB que desertó en Occidente, analizó los métodos soviéticos de subversión en sus escritos y entrevistas. De acuerdo con Bezmenov, los espías al estilo James Bond de la cultura popular, que hacían explotar puentes o se escabullían robando documentos secretos, no podrían estar más lejos de la realidad del espionaje. Solo entre el 10 y el 15 por ciento del personal y los recursos de la KGB estaban asignados a las operaciones de espionaje tradicional, y el resto era para la subversión ideológica.

Bezmenov decía que la subversión tiene cuatro etapas: el primer paso es fomentar la decadencia cultural y la desmoralización del país enemigo; el segundo es crear caos social; el tercero es instigar una crisis que lleve a la guerra civil, a una revolución o a una invasión externa; culminando con el cuarto y último paso de poner al país bajo el control del Partido Comunista. Esto se llama normalización.

Bezmenov, alias Thomas Schumann, enumeró tres campos de subversión, incluyendo el pensamiento, el poder y la vida social. El pensamiento incluye la religión, la educación, los medios de comunicación y la cultura. El poder incluye la administración del gobierno, el sistema legal, el orden público, las fuerzas armadas y la diplomacia. La vida social abarca la familia y las comunidades, la salud y las relaciones entre personas de diferentes razas y clases sociales.

Como ejemplo, Bezmenov explicó cómo el concepto de igualdad fue manipulado para crear agitación social. Los agentes promueven la causa del igualitarismo, haciendo que la gente esté descontenta con sus circunstancias políticas y económicas. El activismo y la agitación social van acompañados de un estancamiento económico, exacerbando las relaciones laborales y de capital en un ciclo deteriorante de desestabilización. Esto culmina en una revolución o en una invasión de fuerzas comunistas. [10]

Ion Mihai Pacepa, el oficial de inteligencia de mayor rango en la Rumania comunista, desertó a Estados Unidos en 1978. Luego expuso cómo la ex Unión Soviética y los regímenes comunistas de Europa del Este adoptaron estrategias de guerra psicológica y desinformación contra países occidentales. De acuerdo con Pacepa, el propósito de la desinformación era alterar el marco de referencia de la gente. Con los valores ideológicos manipulados, la gente no sería capaz de entender o aceptar la verdad incluso si esta fuera presentada con evidencia directa. [11]

Bezmonov decía que la primera etapa de subversión ideológica generalmente tomaba entre 15 y 20 años –es decir, el tiempo necesario para educar una nueva generación–, la segunda etapa tomaba de dos a cinco años, y la tercera etapa era de solo tres a seis meses. En un discurso que dio en 1984, Bezmenov dijo que la primera etapa había sido lograda a un grado mayor al que habían planeado originalmente las autoridades soviéticas.

Los testimonios de muchos espías y oficiales de inteligencia soviéticos y documentos desclasificados de la Guerra Fría sugieren que las tácticas de infiltración fueron la fuerza impulsora detrás del movimiento contracultura de la década de 1960.

En 1950, el senador Joseph McCarthy comenzó a exponer el alcance de la infiltración comunista en el gobierno y la sociedad de EE. UU. Pero cuatro años después, el Senado votó una moción de censura en su contra y la acción del gobierno para deshacerse de la influencia comunista quedó interrumpida. Esta es una de las principales razones del deterioro de Estados Unidos.

La amenaza de la infiltración comunista no ha disminuido con el colapso de la Unión Soviética y el fin de la Guerra Fría. Por ejemplo, Joseph McCarthy ha sido demonizado por políticos y medios de comunicación de izquierda durante décadas. Hoy en día, el McCartyismo es sinónimo de persecución política –una indicación de que la izquierda ha tenido éxito en dominar la lucha ideológica.

Las décadas de supresión y difamación infligidas contra héroes anticomunistas de EE. UU. como McCarthy son una indicación de una tendencia general. Tal como observó un comentador político conservador de EE. UU., el antiamericanismo es un componente natural del movimiento izquierdista mundial. Los izquierdistas luchan con uñas y dientes para proteger a adúlteros, abortistas, criminales y comunistas, mientras apoyan la anarquía y se oponen a la civilización.

3. Del New Deal al Progresismo

El jueves 24 de octubre de 1929, colapsó la bolsa de valores de Nueva York. La crisis se diseminó desde el sector financiero a toda la economía, y ninguna de las principales naciones desarrolladas de Occidente quedó sin afectar. El desempleo alcanzó a más de un cuarto de la población y el número total de desempleados superó los 30 millones. Aparte de la Unión Soviética, la producción industrial en los principales países industriales cayó un promedio del 27%. [12]

A comienzos de 1933, dentro de los 100 primeros días de la presidencia de Roosevelt, se presentaron muchos proyectos de ley relacionados con resolver la crisis. Las políticas incrementaron la intervención del Gobierno en la economía y se aprobaron reformas importantes: el Congreso promulgó la Ley de Emergencia Bancaria, la Ley de Ajuste Agrícola, la Ley de Recuperación de la Industria Nacional y la Ley de Seguridad Social. Aunque en esencia el New Deal (“Nuevo acuerdo”) de Roosevelt terminó al comenzar la Segunda Guerra Mundial, muchas de las instituciones y organizaciones que emergieron en ese periodo continuaron moldeando la sociedad estadounidense hasta la actualidad.

Roosevelt emitió más órdenes ejecutivas que el número total de decretos similares emitidos por el resto de los presidentes en el siglo XX. Sin embargo, la tasa de desempleo de EE. UU. no cayó por debajo de los dos dígitos hasta la guerra. El verdadero efecto del New Deal fue poner al Gobierno de EE. UU. en una trayectoria de impuestos altos, gobierno grande e intervencionismo económico.

En su libro de 2017, The Big Lie: Exposing the Nazi Roots of the American Left (La Gran Mentira: Exponiendo las raíces nazis de la izquierda estadounidense), el pensador conservador Dinesh D’Souza argumenta que la Ley de Recuperación Nacional, que fue una de las piezas centrales del New Deal de Roosevelt, significó en esencial el fin del libre mercado en EE. UU. [13]

De acuerdo con FDR’s Folly, un libro de 2003 escrito por el historiador Jim Powell, el New Deal prolongó la Gran Depresión en lugar de terminarla: la Ley de Seguridad Social y leyes laborales incentivaron un mayor desempleo, mientras que los altos impuestos agobiaron a empresas saludables, y demás. [14] Milton Friedman, economista y ganador del Premio Nobel, elogió la obra de Powell y dijo: “Tal como lo demuestra Powell sin un dejo de dudas, el New Deal obstaculizó la recuperación después de la contracción, prolongó y sumó desempleo, y preparó el escenario para un gobierno aún más intrusivo y costoso”. [15]

El presidente Lyndon Johnson, quien asumió el cargo luego del asesinato del presidente Kennedy en 1963, declaró la Guerra contra la Pobreza en su discurso del Estado de la Unión de 1964 y lanzó los programas nacionales de la Gran Sociedad. En un corto periodo, Johnson emitió una serie de órdenes ejecutivas, estableció nuevas agencias de gobierno, reforzó el estado de prestaciones sociales, aumentó los impuestos y expandió drásticamente la autoridad del gobierno.

Es interesante notar las similitudes entre las medidas administrativas del presidente Johnson y “Un nuevo programa de la nueva agenda del Partido Comunista Estadounidense”, publicado en 1966. Gus Hall, secretario general del PCEUA, dijo: “La actitud comunista hacia la Gran Sociedad se puede resumir con el viejo dicho de que dos hombres durmiendo en la misma cama pueden tener sueños diferentes. Nosotros los comunistas apoyamos todas las medidas del concepto de la Gran Sociedad porque soñamos con el socialismo”.

La “misma cama” de Hall se refiere a las políticas de la Gran Sociedad [16]. Aunque el PCEUA también apoyó la iniciativa de la Gran Sociedad, la intención de la administración de Johnson fue mejorar Estados Unidos bajo el sistema democrático. La intención del Partido Comunista fue acercar a Estados Unidos hacia el socialismo paso a paso.

Las consecuencias más serias de la Gran Sociedad y la Guerra contra la Pobreza son tres: aumentaron la dependencia en las prestaciones sociales, desalentando así a la gente para no trabajar, establecieron políticas de beneficios sociales y dañaron la estructura familiar. Las políticas de prestaciones sociales favorecieron a las familias monoparentales, promoviendo así el divorcio y los hijos extramaritales. Según las estadísticas, la tasa de niños nacidos fuera del matrimonio en 1940 era de 3,8% entre todos los recién nacidos; para 1965, esta cifra se incrementó al 7,7%. En 1990, 25 años después de la reforma de la Gran Sociedad, la cifra era del 28% y en 2012 aumentó al 40%. [17]

La desintegración de la familia trajo consigo una serie de consecuencias generalizadas, como una mayor carga financiera para el gobierno, una elevada tasa de delitos, la decadencia de la educación familiar, familias estancadas en la pobreza durante generaciones y una mentalidad de subsidio, lo que llevó a una mayor tasa de desempleo voluntario.

Una frase atribuida al historiador y jurista escocés Lord Alexander Fraser Tytler dice: “Una democracia no puede existir como forma permanente de gobierno. Solo puede existir hasta que los votantes descubran que pueden votar la generosidad del tesoro público. A partir de ese momento, la mayoría siempre vota al candidato que les promete más beneficios del tesoro público, con el resultado de que la democracia siempre colapsa por una política fiscal relajada, y siempre le sigue una dictadura”. [18]

Como dice un dicho chino, “Ir del ahorro a la extravagancia es fácil, pero lo opuesto es difícil”. Luego de que la gente desarrolla una dependencia a los beneficios sociales, se vuelve imposible para el gobierno reducir la escala y el tipo de beneficios. El Estado benefactor de Occidente se ha convertido en un lodazal político para el cual ni políticos ni funcionarios tienen solución.

En la década de 1970, la extrema izquierda abandonó los términos revolucionarios que ponían en guardia al pueblo estadounidense y los reemplazó con el “liberalismo” y el “progresismo”, que suenan más neutrales. Los lectores que habrán vivido en países comunistas conocen bien al último, ya que “progreso” ha sido utilizado por el Partido Comunista casi como un sinónimo de “comunismo”. Por ejemplo, el término “movimiento progresista” hacía referencia al “movimiento comunista”, e “intelectuales progresistas” hacía referencia a “personas procomunistas” o a miembros ocultos del Partido Comunista.

Mientras tanto, el liberalismo no es en esencia diferente al progresismo, ya que conlleva la misma connotación de impuestos altos; extensos beneficios sociales; gobierno grande; rechazo a la religión, la moral y la tradición; el uso de la “justicia social” como un arma política; “corrección política”; y la promoción militante del feminismo, la homosexualidad, la perversidad sexual, y demás.

No es nuestra intención apuntar el dedo a ninguna figura política o persona, ya que es realmente difícil hacer un análisis y un juicio correctos en medio de complejos desarrollos históricos. Es claro que el espectro del comunismo ha estado trabajando tanto en Oriente como en Occidente desde comienzos del siglo XX. Cuando la revolución violenta tuvo éxito en Oriente, esparció la influencia del comunismo en los gobiernos y sociedades de Occidente, haciéndolos moverse hacia la izquierda.

Particularmente después de la Gran Depresión y a partir del fin de la Primera Guerra Mundial, Estados Unidos ha adoptado políticas cada vez más socialistas, como el estado de beneficios sociales, al tiempo que el ateísmo y el materialismo erosionaron la fibra moral de la sociedad norteamericana. La gente se fue alejando de Dios y de la moral tradicional, volviéndose así más débiles para resistir el engaño comunista del espectro perverso.

4. La revolución cultural de Occidente

La década de 1960, que fue un punto de inflexión en la historia moderna, vio cómo un movimiento de contracultura sin precedentes barrió de Oriente a Occidente. En contraste con la Revolución Cultural de los comunistas chinos, el movimiento de contracultura occidental parecía tener múltiples enfoques, o más bien carecer de enfoque.

En la década entre los años 1960 y 1970, la mayoría de los participantes jóvenes del movimiento de contracultura estuvieron motivados por varias búsquedas. Algunos se oponían a la Guerra de Vietnam, algunos luchaban por derechos civiles, algunos abogaban por el feminismo y condenaban el patriarcado, algunos peleaban por los derechos de los homosexuales. Para rematar esto emergió un cegador espectáculo de movimientos contra la tradición y la autoridad que abogaban por la libertad sexual, el hedonismo, los narcóticos y la música de rock.

El objetivo de la Revolución Cultural Occidental es destruir la civilización cristiana recta y su cultura tradicional. Aunque parece ser desordenado y caótico, este cambio cultural internacional proviene del comunismo.

Los jóvenes participantes del movimiento de contracultura reverenciaban tres ídolos como “los Tres M”: Marx, Marcuse y Mao Zedong.

Herbert Marcuse era un miembro clave de la Escuela de Frankfurt, un grupo de intelectuales marxistas asociados con el Instituto de Investigación Social de la Universidad de Goethe en Frankfurt. Establecida en 1923, sus fundadores utilizaban el concepto de teoría crítica para atacar la civilización occidental y aplicar el marxismo en la esfera cultural.

Uno de los fundadores de la escuela fue el marxista húngaro György Lukács. En 1919, él pregunto, como es bien sabido: “¿Quién nos puede salvar de la civilización occidental?” [19]. Al explayarse sobre esto, dijo que Occidente es culpable de crímenes genocidas contra cada civilización y cultura que encontró. La civilización estadounidense y la occidental, según Lukács, son los depósitos más grandes del mundo de racismo, machismo, nativismo, xenofobia, antisemitismo, fascismo y narcisismo.  

En 1935, los marxistas de la Escuela de Frankfurt se trasladaron a Estados Unidos y se afiliaron a la Universidad de Columbia en Nueva York. Esto les dio una apertura para diseminar sus teorías en suelo estadounidense. Con la asistencia de otros académicos de izquierda, corrompieron varias generaciones de la juventud estadounidense.

Al combinar el marxismo con el pansexualismo freudiano, las teorías de Marcuse catalizaron el movimiento de liberación sexual. Marcuse creía que la represión de la naturaleza propia en la sociedad capitalista entorpecía la liberación y la libertad. Por lo tanto, era necesario oponerse a todas las religiones, moralidad, orden y autoridad tradicionales a fin de transformar la sociedad en una utopía de placer sin límites y sin esfuerzos.

La famosa obra de Marcuse Eros y la civilización ocupa un lugar importante en la vasta cantidad de obras de los académicos de Frankfurt, por dos razones específicas: primero, el libro combina los pensamientos de Marx y Freud y convierte la crítica de Marx hacia la política y la economía en una crítica a la cultura y la psicología. El libro también tendió un puente entre los teóricos de Frankfurt y los jóvenes lectores, lo que posibilitó la rebelión cultural de los años 60. [20]

Marcuse dijo: “[El movimiento de contracultura puede ser llamado] una revolución cultural, dado que la protesta está dirigida hacia todo el establishment cultural, incluida la moral de la sociedad existente. […] Hay una cosa que podemos decir con total seguridad: la idea tradicional de revolución y la estrategia tradicional de revolución han terminado. Estas ideas son anticuadas. […] Lo que debemos emprender es un tipo de desintegración difusa y dispersa del sistema”. [21]

Pocos entre los jóvenes rebeldes podían comprender las teorías arcanas de la Escuela de Frankfurt, pero las ideas de Marcuse eran simples: ser antitradición, antiautoridad y antimoral. Entregarse al sexo, las drogas y el rock and roll sin restricciones. “Hacer el amor, no la guerra”. Mientras digas “no” a toda autoridad y a las normas sociales, cuentas como un participante de la “noble causa revolucionaria”. Era tan simple y fácil convertirse en revolucionario; no es de sorprender que haya atraído a tantos jóvenes de ese tiempo.

Debe enfatizarse que si bien muchos de los jóvenes rebeldes actuaron por su propia voluntad, muchos de los líderes estudiantiles más radicales al frente del movimiento habían sido entrenados y manipulados por comunistas extranjeros. Por ejemplo, los líderes de Estudiantes por una Sociedad Democrática (ESD) fueron entrenados en Cuba.

Las protestas estudiantiles fueron organizadas a instigadas directamente por grupos comunistas. La facción Weathermen de extrema izquierda se separó de los Estudiantes por una Sociedad Democrática y anunció lo siguiente en una declaración de 1969: “La contradicción entre los pueblos revolucionarios de Asia, África y Latinoamérica y los imperialistas liderados por Estados Unidos es la contradicción principal en el mundo contemporáneo. El desarrollo de esta contradicción es promover la lucha del pueblo de todo el mundo contra el imperialismo de EE.UU. y sus lacayos”.  Estas palabras fueron escritas por Lin Biao, el entonces segundo líder más poderoso de la China comunista, y provenían de su serie de artículos llamada “¡Larga vida a la victoria de la guerra del pueblo!”. [22]

Así como la Revolución Cultural causó un daño irreversible a la cultura tradicional china, el movimiento de contracultura causó una agitación titánica en la sociedad occidental. Primero, normalizó muchas subculturas que pertenecían a los sectores marginales y bajos de la sociedad o que eran variaciones desviadas de la cultura convencional. La liberación sexual, las drogas y el rock and roll rápidamente erosionaron los valores morales de la juventud y la convirtieron en una fuerza corrosiva latente que estaba en contra de Dios, en contra de la tradición y en contra de la sociedad.

Segundo, el movimiento de contracultura sentó un precedente para el activismo caótico y fomentó un amplio rango de formas de pensar antisociales y antiestadounidenses, preparando el camino para la revolución callejera que llegaría más tarde.

Tercero, luego de que los jóvenes de los años 60 terminaron su vida activista, ingresaron a las universidades e institutos de investigación, completaron sus doctorados y maestrías e ingresaron en la sociedad estadounidense. Llevaron consigo la perspectiva marxista y sus valores a la educación, los medios de comunicación, la política y los negocios, impulsando la revolución no violenta a lo largo del país.

Desde los años 80, la izquierda acaparó el poder y estableció baluartes en los medios de comunicación, el sector académico y Hollywood. La presidencia de Ronald Reagan revirtió brevemente esta tendencia, solo para que se reanudara en los años 90 y alcanzara la cima en años recientes.

5. Los movimientos antiguerra y de derechos civiles

En 1984, de George Orwell, uno de los ministerios principales de Oceanía es el Ministerio de la Paz, que supervisa los asuntos militares del Partido. El significado invertido de su nombre en realidad contiene un significado profundo: cuando la fuerza de uno es inferior a la del enemigo, la mejor estrategia es proclamar el deseo de paz. Extender una ofrenda de paz es la mejor forma de esconder la guerra inminente. La Unión Soviética y otros países comunistas fueron y continúan siendo adeptos a esta estrategia, que se emplea para infiltrar Occidente.

El Consejo Mundial de la Paz se formó en 1948. Su primer presidente fue el físico francés Joliot-Curie, miembro del Partido Comunista Francés. La Segunda Guerra Mundial acababa de terminar y Estados Unidos era el único país que había producido y probado la bomba atómica.

Habiendo sufrido grandes pérdidas en la guerra, la Unión Soviética promovía agresivamente la paz mundial como estratagema para mantener a raya la presión de Occidente. El Consejo Mundial de la Paz era directamente controlado por la Comisión Soviética de la Paz, una organización afiliada al Partido Comunista Soviético. Disparó un relato mundial que proclamaba que la Unión Soviética era un país que amaba la paz y condenaba a Estados Unidos como un belicista hegemónico.

El funcionario soviético de alto rango y líder ideológico Mijaíl Suslov promovía una “lucha por la paz” que se convirtió en un elemento constante de la retórica soviética.

“El movimiento antiguerra actual da testimonio de la voluntad y disposición de las grandes masas del pueblo para salvaguardar la paz y evitar que los agresores sumerjan a la humanidad en el abismo de otra masacre”, escribió Suslov en un panfleto de propaganda de 1950. “La tarea ahora es convertir esta voluntad de las masas en acciones activas y concretas que apunten a frustrar los planes y medidas de los instigadores de guerra angloamericanos”. [23]

La Unión Soviética patrocinó una multitud de organizaciones y grupos tales como la Federación Sindical Mundial, la Asociación Juvenil Mundial, la Federación Internacional de Mujeres, la Federación Internacional de Periodistas, la Federación Mundial de la Juventud Democrática, la Asociación Mundial de Científicos y otras del tipo para apoyar las afirmaciones del Consejo Mundial de la Paz. La “paz mundial” se convirtió en uno de los frentes de la guerra comunista de opinión pública contra el mundo libre.

En 1982, Vladimir Bukovsky, un prominente disidente soviético, escribió que los “miembros de la generación más vieja aún pueden recordar las marchas, los actos y las peticiones de los años 1950 […] Difícilmente sea ahora un secreto que toda la campaña fue organizada, dirigida y financiada desde Moscú, a través del llamado Fondo para la Paz y el Consejo Mundial de la Paz dominado por los soviéticos […]” [24]

El Secretario General del Partido Comunista de EE. UU., Gus Hall, dijo: “Hay una necesidad de expandir la lucha por la paz, intensificarla, involucrar a más gente y convertirla en el tema candente en cada comunidad, en cada grupo de personas, en cada sindicato, en cada iglesia, en cada familia, en cada calle y en cada lugar en el que se reúna la gente […]” [25]

Los soviéticos impulsaron el movimiento de “lucha por la paz” en tres olas a lo largo de la Guerra Fría, la primera comenzó en los años 50. El segundo punto culminante fue el movimiento antiguerra de los 60 y los 70. Según el testimonio de Stanislav Lunev, exoficial del GRU (inteligencia militar) soviético que desertó de Rusia a Estados Unidos en 1992, la cantidad de dinero que la Unión Soviética gastó en propaganda antiguerra en países occidentales fue el doble de su apoyo militar y económico a Vietnam del Norte. Dijo que “el GRU y la KGB financiaron casi todos los movimientos y grupos antiguerra en Estados Unidos y otros países”. [26]

Ronald Radosh, exmarxista y activista durante el movimiento anti Guerra de Vietnam, admitió que “nuestra intención nunca fue tanto la de terminar la guerra, sino la de usar el sentimiento antiguerra para crear un nuevo movimiento socialista revolucionario en casa”. [27]

El tercer gran movimiento antiguerra tuvo lugar a principios de los años 80, cuando Estados Unidos desplegó misiles nucleares de rango intermedio en Europa. Los manifestantes antiguerra exigieron que tanto la Unión Soviética como Estados Unidos limitaran sus arsenales nucleares, pero la Unión Soviética nunca acató ningún tratado internacional.

Un estudio realizado por el Comité Judicial del Senado de EE. UU. en 1955 descubrió que en los 38 años desde la fundación del régimen soviético, este había firmado cerca de 1000 tratados bilaterales o multilaterales con varios países de todo el mundo, pero había roto casi todas las promesas y acuerdos que había hecho. [28] Los autores del estudio observaron que la Unión Soviética era probablemente la nación menos confiable de todas las grandes naciones de la historia.

Trevor Loudon dijo que durante los años 80, el movimiento antinuclear de Nueva Zelanda estaba patrocinado encubiertamente por la Unión Soviética utilizando agentes especiales entrenados. Como resultado, Nueva Zelanda se retiró del Tratado de Seguridad de Australia, Nueva Zelanda y Estados Unidos (ANZUS o Tratado ANZUS), exponiendo directamente a este pequeño país con una población de menos de cuatro millones de personas a la amenaza del comunismo. [29]

Luego de los atentados del 11 de septiembre de 2001, hubo una serie de manifestaciones y protestas antiguerra a gran escala en Estados Unidos. Detrás de estas manifestaciones había organizaciones estrechamente relacionadas con los comunistas. [30]

El movimiento de derechos civiles estadounidense utilizó la desobediencia civil para alinear las instituciones políticas estadounidenses con los principios sobre los que se fundó Estados Unidos.

Fue una respuesta racional y pacífica a agravios reales que ayudó a Estados Unidos a superar un legado de injusticia racial. Pero los verdaderos agravios a los que se refirió el movimiento de derechos civiles proporcionaron un terreno fértil para la subversión comunista.

A partir de fines de los años 1920, el Partido de los Trabajadores comunista descubrió el gran potencial para la revolución entre los estadounidenses negros. Ellos exigían el establecimiento de una “República Negra” soviética en medio del Sur, que era el hogar de muchos negros [31]. Un manual de propaganda comunista publicado en 1934, “Los negros en la América soviética”, proponía una revolución racial en el Sur combinada con la revolución proletaria general. [32]

Los movimientos de derechos civiles en Estados Unidos en los años 60 tuvieron el apoyo de los partidos comunistas soviético y chino. Cuando Leonard Patterson, un hombre negro y exmiembro del Partido Comunista de EE. UU. que recibió entrenamiento en Moscú, renunció al PCEUA, testificó que la insurrección y la revuelta entre los negros estadounidenses tenía el fuerte apoyo del Partido Comunista de EE. UU. Tanto él como el Secretario General del PCEUA, Gus Hall, habían estado en Moscú para recibir entrenamiento. [33]

La intensificación del movimiento de los derechos civiles también coincide con la campaña del PCCh para exportar la revolución. En 1965, el PCCh esgrimió el lema de “revolución internacional”, convocando al “extenso campo” de Asia, África y Latinoamérica para rodear las “ciudades internacionales” de Europa Occidental y Norteamérica, tal como el PCCh había tomado primero el campo y luego derrotó al Kuomintang en las ciudades durante la Guerra Civil China.

Las organizaciones más violentas del movimiento de los derechos de las personas negras, como el Movimiento de Acción Revolucionaria y el Panteras Negras maoísta, tenían el apoyo o estaban directamente influenciadas por el PCCh. El Movimiento de Acción Revolucionaria abogaba por la revolución violenta y era considerado una organización extremista peligrosa por la mayor parte de la sociedad. Fue disuelta en 1969.

Desde su forma hasta sus enseñanzas, las Panteras Negras admiraban al PCCh como su modelo a seguir, con lemas tales como “el poder político crece del cañón de un arma” y “todo el poder pertenece al pueblo”. Leer las Citas del presidente Mao Zedong era obligatorio para todos los miembros. Al igual que el PCCh, las Panteras Negras abogaban por la revolución violenta. Uno de sus líderes, Eldridge Cleaver, predijo en 1968 una ola de terror, violencia y guerra de guerrillas. En muchas reuniones de negros, los participantes agitaban el Pequeño Libro Rojo (Citas del presidente Mao Zedong). El mar rojo guardaba un sorprendente parecido con las escenas vistas en China en la misma época. [34]

A pesar de que muchos de los reclamos del movimiento de derechos civiles han sido aceptados por la mayor parte de la sociedad, la ideología revolucionaria radical negra no ha desaparecido. Recientemente resurgió como el movimiento Black Lives Matter (“Las vidas negras importan”). [35]

La gente de todo el mundo anhela la paz, y el pacifismo es un antiguo ideal. En el siglo XX, personas de gran visión y compasión dedicaron sus esfuerzos a reducir los malentendidos y el conflicto entre naciones. Debido a circunstancias históricas, la discriminación racial sí existe en Estados Unidos y en otros países occidentales. La gente intenta eliminar la discriminación racial a través de la educación, los medios de comunicación y protestas, todo lo cual es entendible.

Pero el espectro perverso del comunismo se aprovecha de las tendencias ideológicas y de los conflictos sociales en los países occidentales. Siembra discordia, incita al odio y crea violencia mientras engaña y manipula a las masas de personas que inicialmente no albergaban malas intenciones.

Capítulo 4Capítulo 5 (Parte 2)

Referencias

[1] “An Interview With Trevor Loudon,” Capital Research Center, https://capitalresearch.org/article/an-interview-with-trevor-loudon/.

The Workers World Party was established in 1959 and is “dedicated to organizing and fighting for a socialist revolution in the United States and around the world.” For more information, refer to the following link: “Who are the Workers World Party, the group who helped organize the Durham Confederate statue toppling,” http://abc11.com/politics/who-are-the-workers-world-party-and-why-durham/2314577/.

[2] Karl Marx, Manifesto of the Communist Party (Marx/Engels Internet Archive), https://www.marxists.org/archive/marx/works/1848/communist-manifesto/ch04.htm.

[3] A.M. McBriar, Fabian Socialism and English Politics, 1884–1918. (Cambridge: Cambridge University Press, 1966), p. 9.

[4] Mary Agnes Hamilton, Sidney and Beatrice Webb A Study in Contemporary Biography  (Sampson Low, Marston & Co. Ltd.). https://archive.org/stream/in.ernet.dli.2015.81184/2015.81184.Sidney-And-Beatrice-Webb_djvu.txt

[5] Vladimir Ilyich Lenin, “Left-Wing” Communism: an Infantile Disorder(Marxists.org).

[6] Bernard Shaw, The Intelligent Woman’s Guide to Socialism and Capitalism (Brentanos Publishers New York), https://archive.org/details/TheIntelligentWomensGuideToSocialismAndCapitalism.

[7] Quoted from “The Truth about the American Civil Liberties Union,” Congressional Record: Proceedings and Debates of the 87the Congress, 1st session. https://sites.google.com/site/heavenlybanner/aclu.

[8] M. Stanton Evans and Herbert Romerstein, “Introduction,” Stalin’s Secret AgentsThe Subversion of Roosevelt’s Government (New York: Threshold Editions, 2012).

[9] Ibid.

[10] Thomas Schuman, Love Letter to America (Los Angeles: W.I.N. Almanac Panorama, 1984), pp. 21–46.

[11] Ion Mihai Pacepa, Ronald J. Rychlak, Disinformation (WND Books).

[12] Wang Tseng-tsai, Modern World History (San Min Book Co., Ltd. Taipei, 1994), pp. 324–329.

[13] Dinesh D’Souza, The Big Lie: Exposing the Nazi Roots of the American Left (Chicago: Regnery Publishing, 2017), Chapter 7.

[14] Jim Powell, FDR’s Folly: How Roosevelt and His New Deal Prolonged the Great Depression (New York: Crown Forum, 2003).

[15] Ibid., back cover.

[16] G. Edward Griffin, More Deadly than Warhttps://www.youtube.com/watch?v=gOa1foc5IXI.

[17] Nicholas Eberstadt, “The Great Society at 50” (American Enterprise Institute), http://www.aei.org/publication/the-great-society-at-50/. Another reference on the consequences of the United States’ high-welfare policy is a book by the same author: A Nation of Takers: America’s Entitlement Epidemic (Templeton Press, 2012).

[18] Elmer T. Peterson, “This is the Hard Core of Freedom” (The Daily Oklahoman, 1951). This quote has also been attributed to French historian Alexis de Tocqueville.

[19] William S. Lind, “What is Cultural Marxism?” http://www.marylandthursdaymeeting.com/Archives/SpecialWebDocuments/Cultural.Marxism.htm

[20] William S. Lind, Chapter VI, “Further Readings on the Frankfurt School,” in William L. Lind, ed., Political Correctness: A Short History of an Ideology(Free Congress Foundation, 2004), p. 4–5. Refer to the text at: http://www.nationalists.org/pdf/political_correctness_a_short_history_of_an_ideology.pdf

[21] Raymond V. Raehn, Chapter II, “The Historical Roots of ‘Political Correctness,’” in William L. Lind, ed., Political Correctness: A Short History of an Ideology (Free Congress Foundation, 2004), p. 10.

[22] Shen Han, Huang Feng Zhu, “The Rebel Generation: The Western student movement in the 1960s” (Refer to Lin Biao’s translated text at https://www.marxists.org/reference/archive/lin-biao/1965/09/peoples_war/ch08.htm.

[23] Mikhail Suslov, “The Defense of Peace and the Struggle Against the Warmongers” (New Century Publishers, February 1950).

[24] Vladimir Bukovsky, “The Peace Movement & the Soviet Union” (Commentary Magazine, 1982). Refer to the link: https://www.commentarymagazine.com/articles/the-peace-movement-the-soviet-union/

[25] Jeffrey G. Barlow, “Moscow and the Peace Movement,” The Backgrounder (The Heritage Foundation, 1982), p. 5.

[26] Stanislav Lunev, Through the Eyes of the Enemy: The Autobiography of Stanislav Lunev (Washington D.C.: Regnery Publishing, 1998), p. 74, p. 170.

[27] Robert Chandler, Shadow World: Resurgent Russia, the Global New Left, and Radical Islam (Washington, D.C.: Regnery Publishing, 2008), p. 389.

[28] Anthony C. Sutton, “Conclusions,” The Best Enemy You Can Buy(Dauphin Publications, 2014).

[29] Trevor Loudon, The Enemies Within: Communists, Socialists, and Progressives in the U.S. Congress (Las Vegas: Pacific Freedom Foundation, 2013), pp. 5–14.

[30] “AIM Report: Communists Run Anti-War Movement,” Accuracy in Media(February 19, 2003), https://www.aim.org/aim-report/aim-report-communists-run-anti-war-movement/.

[31] John Pepper (Joseph Pogani), American Negro Problems (New York: Workers Library Publishers, 1928), https://www.marxistsfr.org/history/usa/parties/cpusa/1928/nomonth/0000-pepper-negroproblems.pdf.

[32] James W. Ford and James Allen, The Negroes in a Soviet America (New York: Workers Library Publishers, 1934), pp. 24–30.

[33] Leonard Patterson, “I Trained in Moscow for Black Revolution,” https://www.youtube.com/watch?v=GuXQjk4zhZs.

[34] G. Louis Heath, ed., Off the Pigs! The History and Literature of the Black Panther Party, p. 61.

[35] Thurston Powers, “How Black Lives Matter Is Bringing Back Traditional Marxism,” The Federalisthttp://thefederalist.com/2016/09/28/black-lives-matter-bringing-back-traditional-marxism/.

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